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Mary McCarthy & Hannah Arendt

Tengo la impresión, acaso subjetiva, de que el gusano de la igualdad está devorando no sólo los viejos cimientos económicos y sociales, sino también la estructura misma de la conciencia, está echando abajo las ‘diferencias de clase’ entre lo sano y lo insano, lo bello y lo feo, lo bueno y lo malo. Concretamente, me doy cuenta de que me siento culpable y rara en presencia de un psicótico, como si yo, en aras de la igualdad, tuviera que ocultar mi salud mental. Lo mismo me sucede con alguien que es estúpido; me mortifica hablar con una persona así, tengo miedo de decir algo que pueda sacar a relucir su estupidez.

París, 9 de junio de 1964.

 

Hablemos del asunto de la igualdad; de lo más interesante. El vicio principal de toda sociedad igualitaria es la Envidia: el gran vicio de la sociedad griega libre. Y la gran virtud de todas las aristocracias es, a mi juicio, que todos saben quiénes son y, por consiguiente, no se comparan con otros. Este compararse constantemente es realmente la quintaesencia de la vulgaridad. Si no incurres en ese hábito espantoso, inmediatamente te acusan de arrogante, como si al no compararte te estuvieras situando por encima de todos. Un malentendido fácil de comprender.

Nueva York, 23 de junio de 1.964.

 

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