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Leo Strauss

 

 

II. Sobre La República de Platón

 

          Mucho, por no decir todo, parece depender del significado de la ironía socrática. La ironía es un tipo de simulación o falsedad. Artistóteles, en consecuencia, interpreta el hábito de la ironía ante todo como un vicio. Sin embargo, la ironía no es el ocultamiento de acciones malignas o vicios, sino más bien de acciones buenas o virtudes; el hombre irónico, a diferencia del presumido, resta importancia a su valor. Si la ironía es un vicio, se trata de un vicio digno. Si se la utiliza de un modo adecuado, no es un vicio en lo absoluto: el hombre magnánimo -el hombre que se considera a sí mismo digno de grandes cosas, cuando de hecho lo es- es sincero y franco porque está acostumbrado a ubicarse en un plano superior y, sin embargo, es irónico en sus intercambios con el común de la gente. La ironía es entonces el ocultamiento noble del propio valor, de la propia superioridad.

(...)

 

Las artes no son eróticas. No son eróticas porque se ocupan de producir cosas útiles, esto es, bienes particulares, o medios, mientras que eros tiende hacia el bien absoluto y simple, de "la idea del bien". Al igual que el arte, eros tiende a la filosofía como su forma más elevada. Arte y eros, lo más pedrestre y utilitario y lo menos utilitario, convergen de forma evidente en la filosofía. Que la cólera tienda también hacia la filosofía es, por no decir más, algo no tan evidente.

(...)

 

Así el hombre democrático se presenta como el hijo de un padre rico al que sólo le preocupa hacer dinero: el hombre democrático es un zángano, un playboy pródigo, gordo, blando, un lotófago que, tras asignar cierta equivalencia a cosas iguales y desiguales, vive un día entregado por completo a los deseos más bajos y al día siguiente de forma ascética, o que según el ideal de Marx "sale de caza por la mañana, pesca a la tarde, cría ganado a la noche y se dedica a la filosofía después de la cena".

 

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