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Michael Oakeshott

 

 

 

                La búsqueda de la perfección en línea recta es una actividad a la vez impía e inevitable de la vida humana. Implica los castigos de la impiedad (la ira de los dioses y el aislamiento social), y su recompensa no es la del logro sino la de haber hecho el intento. Por lo tanto, es una actividad adecuada para individuos, pero no para sociedades. Porque para un individuo que se ve impulsado a realizarla, la recompensa puede superar al castigo y a la derrota inevitable. El penitente puede aspirar, o aun esperar, que caerá como un héroe herido en los brazos de una sociedad comprensiva y perdonadora. E incluso el impenitente puede reconciliarse consigo mismo en la poderosa necesidad de su impulso, aunque, como Prometeo, debe sufrir por ello. En cambio, para una sociedad, el castigo es un caos de ideales en conflicto, la perturbación de una vida en común, y la recompensa es el renombre que corresponde a una locura monumental. 'A mesure que l’humanité se perfectionne l’homme se dégrade'. O bien, para interpretar el mito con mayor ligereza: la vida humana es un juego de azar; pero mientras que debe permitirse al individuo apostar de acuerdo con su inclinación (al favorito o al otro), la sociedad siempre debe respaldar a la banca.

 

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