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La dignidad

[Negritas mías]

 

 

          De FJ: «Has sido manifiestamente injusto con Izaskun, con su esfuerzo por hacerse un hueco en el duro y competitivo mundo laboral; despectivo con las personas, desde sus padres, demás familia, amigos y formadores que han luchado por hacerla, durante años, Arcadi, “capaz” de llegar a Tengo una pregunta para usted; y cruel con una ingente cantidad de personas discapacitadas que nunca podrán llegar a ser “diputados”, “camioneros”, “espías”, y ni tan siquiera, añado yo, periodistas desalmados.»

 

         A FJ: Lo que hay en mi columna es un acto de consideración a los enfermos. Desde el principio, claro, que consiste en considerarlos “enfermos” y en no mentirles (y mentirnos) considerándolos “característicos”, “singulares” y todas esas zarandajas. Me desmoraliza la utilización que hizo de ellos la televisión pública, el presidente del Gobierno y también nuestro periódico cuando, al día siguiente, trató de convertir a uno de ellos en político, arrancándole unas patéticas (inexorablemente patéticas), declaraciones. El principio de la dignidad es el reconocimiento de lo real. Y, en simétrica equivalencia, el principio de la crueldad consiste en una determinada ficcionalización de lo real. Así, mediante este recurso, el hombre es capaz de torturar, de ponerle a otro una pistola en la nuca o de engañar a un niño enfermo en parecidos términos a lo que hacía la televisión franquista con aquel Reina por un día inolvidable.

 

*

 

La ficcionalización de la realidad es una forma de perversión, decía más o menos. Es muy profundo, bello y cierto. 

Yo siempre he considerado que la verdad, aun en silencio, era la primera muestra de respeto. No siempre es fácil. El sentimiento causa estragos. Y luego están los y las que confunden la verdad con el dolor de tripa. 

Al margen. Es terrible. Pero no, no, y no. Hay que resistir, es una cuestión de respeto. Del respeto que piden. 

El padre que dice en las cartas de los lectores: 

«Sólo una cosa más: las personas con síndrome de Down no son enfermos, son personas.» 

Entiendo que su dolor le impida ver que los enfermos son personas.

 

*

 

La refutación: The stupidity of dignity

 

 

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