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España eterna e insufrible

 

 

            Una característica central de los nacionalismos románticos es la creencia en una esencia nacional ahistórica que pervive en el tiempo, la percepción de la nación como un ente, un espíritu hegeliano, que, fuera de la historia, actúa sobre esta. En años recientes, años de “guerra cultural”, diversos sectores de la derecha española han tratado de articular un discurso nacional que incorpora no pocos elementos de tradición romántica y del discurso oficial franquista. Con ello, han renunciado a un republicanismo ilustrado -que no necesariamente había de pasar por el blando “patriotismo constitucional” habermasiano- en favor de versiones míticas y sentimentales. En la inmejorable formulación de P., proponen “un nacionalismo español basado en la melancolía y el tradicionalismo culturales, antes que en una idea de España como comunidad política formada por ciudadanos diversos y articulada mediante instituciones pragmáticas, leyes eficaces y un imaginario ilustrado”.

 

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           Lo cierto es que en ocasiones reproduce de manera especular dichos mitos, apelando por encima de todo a una sentimentalidad crasa y torpe que en nada se distingue de la de sus oponentes; y, más allá de juicios morales maniqueos, apenas ofrece herramientas para comprender y participar en el debate sobre el modelo de estado. Por expresarlo de otra forma: no se prefiere la nación española por su carácter civil e inclusivo frente a la etnicidad y el culturalismo de otros nacionalismos más agresivos sino que, en un alarde quizás inconsciente de relativismo, se enfrenta un discurso identitario con otro por la mera razón de sentirlo como propio. 

 

Neoconomicón

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