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iuristantum

Cielo

 

 

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Jorge Luis Borges -


El infierno de Dios no necesita
el esplendor del fuego. Cuando el Juicio
Universal retumbe en las trompetas
y la tierra publique sus entrañas
y resurjan del polvo las naciones
para acatar la Boca inapelable,
los ojos no verán los nueve círculos
de la montaña inversa; ni la pálida
pradera de perennes asfodelos
donde la sombra del arquero sigue
la sombra de la corza, eternamente;
ni la loba de fuego que en el ínfimo
piso de los infiernos musulmanes
es anterior a Adán y a los castigos;
ni violentos metales, ni siquiera
la visible tiniebla de Juan Milton.
No oprimirá un odiado laberinto
de triple hierro y fuego doloroso
las atónitas almas de los réprobos.

Tampoco el fondo de los años guarda
un remoto jardín. Dios ni quiere
para alegrar los méritos del justo,
orbes de luz, concéntricas teorías
de tronos, potestades, querubines,
ni el espejo ilusorio de la música
n¡ las profundidades de la rosa
ni el esplendor aciago de uno solo
de Sus tigres, ni la delicadeza
de un ocaso amarillo en el desierto
ni el antiguo, natal sabor del agua.
En Su misericordia no hay jardines
ni luz de una esperanza o de un recuerdo.

En el cristal de un sueño he vislumbrado
el Cielo y el Infierno prometidos:
cuando el juicio retumbe en las trompetas
últimas y el planeta milenario
sea obliterado y bruscamente cesen
¡oh Tiempo! tus efímeras pirámides,
los colores y líneas del pasado
definirán en la tiniebla un rostro
durmiente, inmóvil, fiel, inalterable
(tal vez el de la amada, quizá el tuyo)
y la contemplación de ese inmediato
rostro incesante, intacto, incorruptible,
será para los réprobos, Infierno;
para los elegidos, Paraíso.


Mark Twain -


Epitafio de Eva, por Adán

Allí donde ella estaba, estaba el Edén.


Bertrand Russell -

El difunto F. W. H. Myers solía contar que una noche preguntó a un hombre, durante una comida, lo que pensaba que habría de sucederle cuando muriera. El hombre trató de ignorar la cuestión; pero, al ser presionado, replicó: "¡Oh! ¡Bien! Supongo que alcanzaré la gloria eterna, pero me gustaría que no hablara usted de cosas tan desagradables".


Sharon Olds -

Heaven to Be


When I’d picture my death, I would be lying on my back,
and my spirit would rise to my belly-skin and out
like a sheet of wax paper the shape of a girl, furl
over from supine to prone and like the djinn’s
carpet begin to fly, low,
over our planet—heaven to be
unhurtable, and able to see without
cease or stint or stopperage,
to lie on the air, and look, and look,
not so different from my life, I would be
sheer with an almost not sore loneness,
looking at the earth as if seeing the earth
were my version of having a soul. But then
I could see my beloved, sort of standing
beside a kind of door in the sky—
not the door to the constellations,
to the pentangles, and borealis,
but a tidy flap at the bottom of the door in the
sky, like a little cat-door in the door,
through which is nothing. And he is saying to me that he must
go, now, it is time. And he does not
ask me, to go with him, but I feel
he would like me with him. And I do not think
it is a living nothing, where nonbeings
can make a kind of unearthly love, I
think it’s the nothing kind of nothing, I think
we go through the door and vanish together.
What depth of joy to take his arm,
pressing it against my breast
as lovers do in a formal walk,
and take that step.