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Félix de Azúa

 

     Historia de un idiota contada por él mismo o El contenido de la felicidad. Así que adiós, amado príncipe...

     La Universidad española, por el mero hecho de ser española, mal podía ser una Universidad, de modo que ingresé en la Cualquiercosa española, sección Ciencias, con la intención de hacer Exactas sin poner los pies en el centro, ni en ninguna de sus secciones y subsecciones, dado que tenía superada la felicidad pedagógica y esperaba, en cambio, descubrir nuevos datos sobre una forma reciente de felicidad a la que no tengo más remedio que llamar por su nombre: la militancia política de extrema izquierda revolucionaria. Los primeros datos sobre este enemigo de la felicidad que pregona la posibilidad de construir uan sociedad feliz mediante le uso de unas cuantas generaciones de incautos, los obtuve gracias a la información de la prensa franquista. A poco que uno leyera con cuidado, era de todo punto evidente que aquellos enemigos, uno, de la religicón y las buenas costumbres, dos, de la burguesía y de la propiedad privada, tres, de España entera, tenían que ser, obligadamente, unos caballeros.

 

6 comentarios

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Addenda -

El pensamiento es inseparable de una indestructible y profunda melancolía. Eso decía Schelling, y a su sombra, el patriarca George Steiner propone diez razones para justificar tan temible tristeza del entendimiento en uno de sus últimos trabajos.

1. Nuestro pensamiento (thought) es tan ilimitado como incompleto. La tierra fue científicamente plana durante miles de años. Nada puede asegurarnos de que no persistimos en similares chifladuras.

2. Nuestro pensamiento es necesariamente disperso ya que un exceso de concentración inutiliza la esfera neurológica e impide la vida. Se aguanta en punto muerto.

3. No puede haber novedad en los contenidos del pensamiento. Todo ha sido pensado millones de veces por millones de humanos, la esfera del pensamiento es limitada. Sólo las formas cambian.

4. El lenguaje natural es soberano y no se somete a la matematización. Todo él es metafórico. Cualquier constructo del pensamiento es lingüístico y metafórico. No podemos escapar de la metáfora.

5. El pensamiento se desperdicia en todo momento, no es “economizable”. Einstein confesaba haber tenido dos ideas en toda su vida. Heidegger, una. Los demás, ninguna o media.

6. Entre el pensamiento y el acto hay tantas interposiciones que ningún pensamiento puede coincidir con ningún acto. La inversa también es cierta y aún más triste.

7. No hay “realidad” ninguna accesible al pensamiento, sólo reflejos (reflections) del propio pensamiento. Aunque el pensamiento no fuera un espejo y fuera una ventana, los cristales estarían igualmente sucios.

8. Aquellas personas a las que más amamos son absolutamente opacas para nuestro pensamiento, el cual sólo conoce la soledad.

9. No hay pedagogía capaz de formar un pensamiento con garantías de no estar creando un idiota. Sobre todo, en nuestro modelo social.

10. Nuestro pensamiento nos hace extraños a nosotros mismos. Asunto muy bien visto por Sófocles.

Algunos dirán que, como Schelling, también Steiner al final de su vida confiesa no haberse enterado de nada y la rabia que le provoca irse como llegó, como un tonto. La tristeza de los viejos, etcétera, etcétera.

Yo opino que estos diez motivos de tristeza mental demuestran que Steiner, como casi todos los viejos, conserva un perfecto sentido del humor.

p. 65 -

En todas las parejas que investigan la felicidad amorosa hay un reparto de funciones que no depende del sexo respectivo. Al principio, por ejemplo (pero las varaibles son infinitas), ella es buena, dócil, no sabe ganar dinero, es lista, frágil, cariños y fiel, en tanto que él es colérico, independiente, eficaz, inteligente, protector e infiel. Es un esquema vulgar, pero frecuente. Pues bien, sea cual sea el reparto de funciones, a lo largo de una investigación amorosa TODAS LAS FUNCIONES SE TRUECAN, si es que estamos hablando de una investigación seria, porque se trata de un fenómeno de mutuo espejismo y cada unod e lso Objetos quiere ser el Otro. Y lo consiguen. Conseguirlo queire decir dos cosas: primero, aburrirse del Otro por lo mucho que se parece a lo que uno era ANTES; segundo, comprender lo mediocre y zafio que era uno ENTONCES. Consecuencia: el otro es AHORA mediocre y zafio.

p. 64 -

YO.—No me cabe lam enro duda de que tú y yo somos Uno, pero no tengo la certeza de que tú no seas Otro.
ELLA.—Estoy convencida de que tú y yo somos Uno, pero me pregunto si se tratará del mismo Uno.

Como puede verse, yo asumí desde el comeinzo la duda sobre el Objeto, en tanto que ella elegía una duda más amplia, la de la unida misma. Yo dudaba de que ella cubriera acertadamente el papel; ella dudaba de que entre ambos pudiéramos representar algo. Esta diferencia requiere una explicación.

p. 44 -

Se me dirá que acabada una relación se empieza otra y ya está, que un clavo saca otro clavo; y en efecto, así es, INEVITABLEMENTE; las relaciones se sucederán, pero el contenido de la felicidad sexual se alejará cada vez más para dejar lugar a los FINES SUBALTERNOS de caudillaje, cuidado de la inseguridad, odio de sí mismo, temor a la vejez, hasta ocupar por completo el espacio de la esperanza.

p. 37 -

El sexo. Pocas cosas gozan de un prestigio tan universal e indiscutible desde que, no hace muchos años, el sexo pasó aser una cosa. Yo tuve la fortuna de vivir el ascenso del sexo a bibelot desde las más espantosas simas del mal. En un decenio, en un triste decenio, de ser uno de los motivos ma´s evidentes de malforamción de la columna vertebral (se pudría), de mongolismo, de catatonia, el sexo se alzó a la categorái de artículo de menaje, junto a lso dtergentes y las lejías. Entre las clases así llamadas bajas sustituyó al Opio del Pueblo —proféticamente lo intuyó Baudelaire en 1865: "La religión de las masas es joder"—; y entre las clases altas entró en franca competencia con los deportes naúticos.