Leopoldo María Panero
Ante la alternativa entre "el asesinato considerado como una de las bellas artes" (de Quincey) y las bellas artes consideradas como un asesinato (Sartre en su prólogo a Jean Genet), yo escojo ambas. El asesinato es bello cuando es indemostrable y perfecto, cuando escapa a la ley y no a la razón; las bellas artes pueden ser consideradas como un asesinato cuando se sitúan en el decir más puro, y las palabras son el asesinato de las cosas; esto es, lo universal niega lo singular. La singularidad más pura, sin lo universal, es una alucinación: es el asesinato de la razón.
Cuando la palabra no designa nada por lo menos es decible, no así la cosa fuera de la palabra, que ni siquiera es pensable, y emite un grito ¡Tekelili!: todo universo muere en el crepúsculo de la razón.
El término de la filosofía en el asesinato de la razón.
Así el loco es esa conciencia inmunda que sucede cuando la conciencia deja de pertenecer a lo universal: su conciencia es el asesinato del alma.
El asesinato, como la memoria, sucede cuando algo desaparece, cuando se pierde de vista y ya no existe, al menos de una forma patente, tiene existencia secreta. Es así que lo más puro es la nada; y la conversión de algo en nada es el tema del asesinato, y es por ello que puede decirse que el asesinato es lo más puro, lo que nos permite compararlo con una de las bellas artes.
El asesinato tiene que ejecutarse sin ser visto: igual que las bellas artes ama la oscuridad y el silencio, en el que se derrama la poesía. También, el asesinato puede compararse a un pase de magia: como la poesía, es el sombrero en que muere un conejo para siempre, como la pipa desaparece y muere en la palabra pipa y lo singular indecible de la pipa en lo universal de la palabra pipa. Y así la pregunta clave del asesinato es ¿qué sería de la pipa sin la pipa?
La nada, y hasta la nada no es si se nombra, pues si se nombra, pues si se nombra algo tiene que haber, aunque este algo sea la nada.
De igual manera el asesinato comienza por decir que no es un asesinato: se realiza en el silencio y en la belleza del disfraz: hecho de silencio y disfraz, como la poesía, el asesinato es una de las bellas artes, y siendo estas como aquel son matrices de la desaparición del sujeto y objeto, las bellas artes son un asesinato.
Que los dioses se masturben, como Julie Christie, ante la cercanía de este inmenso cadáver, y que el conjuro para comenzar la lectura sea
"abra cadavre".
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