Antolín Amador Corona
Poetas innombrables
Nacimos desprovistos de humildad.
Casi somos capaces
de vender
armadas invencibles a los muertos
que nos han proclamado dignos
para heredar las luces ambientales
que mantienen la ausencia.
Somos como metáforas latentes
en la fase inicial
de las ideas, transeúntes
con una identidad pendiente de los horarios
o de los parpadeos
que perturban las vistas de la noche.
Son pocas las verdades que nos sobran
a quienes hemos visto
a noviembre aburrirse en la lluvia
y andamos por ahí
con esta persuasión de que el futuro
ya no es irrevocable.
Por eso no podemos ser comunes.
Porque necesitamos
ver un alrededor que nos sorprenda
con sus pasos de anfibio
y la conmovedora realidad
del silencio que absorben los poetas.
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