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Déjà vu



 

          Hay dos probabilidades. La primera que diga: «Ya sabéis que yo no comulgo mucho con este tipo; pero ayer me hizo un arroz de bacalo bestial». O bien: «Este tipo hace unos arroces de bacalo bestiales; lástima lo que piensa…» Las dos adversativas tiene igual calado moral; aunque hace más daño la segunda ya que opera en plena digestión del arroz.

 


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          Yo tengo mucha sangre vasca. pero ¿qué han hecho los vascos? Bueno: ordeñar, hacer queso, estar de mal humor -en el caso de Unamuno- y se acabó. Si no hubiera habido vascos la historia del mundo hubiera sido exactamente igual. Nadie se hubiera dado cuenta. Es casi como si no hubiera habido moscas, por ejemplo. (Claro que las moscas son más molestas que los vascos). No entiendo cómo alguien puede sentirse orgullosos de ser vasco. Los vascos me parecen más inservibles que los negros. Se habla de la voluntad vasca, de la terquedad vasca y ¿para qué ha servido? Nada más que para ser españoles o franceses. Por lo demás, han producido unos pintores excecrables y un escritor insoportable como Unamuno. Yo también tengo esa sangre, pero cuando enumero mis orígenes soy muy cuidadoso en olvidarme de los vascos.



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             Cuando sacrificamos nuestra honradez, cuando renunciamos a nuestra coherencia interna para evitar un daño o para conseguir un privilegio, nos sentimos “sucios” e internamente avergonzados. Ser hipócrita es una conducta que hiere al que la práctica y repugna al que la sufre.


 

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