Tomas Tranströmer
GÓNDOLA FÚNEBRE Nº 2
I
Dos hombres, suegro y yerno, Liszt y
Wagner, viven junto al Canal Grande
con la inquieta esposa del rey Midas,
ése que transforma en Wagner todo lo que
toca.
El frío verde del mar atraviesa los pisos del
palacio.
Wagner destaca, el conocido perfil de títere
parece más cansado;
el rostro, una bandera blanca.
La góndola cargada pesadamente con sus vidas; dos pasajes de ida y vuelta y otro
sólo de ida.
II
Una ventana del palacio se abre con el viento y el súbito soplo provoca muecas.
Sobre el agua aparece la góndola del basurero impulsada por dos bandidos con remo.
Liszt ha escrito unos acordes tan pesados
que deberían ser enviados a analizar
en el Instituto de Mineralogía de Padua.
¡Meteoritos!
Demasiado pesados para la quietud, pueden sólo hundirse más y más, futuro abajo, hasta
los años de las camisas pardas.
La góndola, pesadamente cargada con las
hacinadas piedras del futuro.
III
Rendijas, hacia 1990.
25 de marzo. Inquietud por Lituania.
Soñé que visitaba un gran hospital.
No tenía funcionarios. Todos eran pacientes.
En el mismo sueño, una niña recién nacida
hablaba con completas oraciones.
IV
Junto al yerno, que es hombre de su tiempo,
Liszt es un apolillado grandseigneur.
Es un disfraz.
El abismo, que ensaya y descarta máscaras
diferentes, ha elegido justo ésta para él,
el abismo, que quiere subir hasta los hombres sin mostrar
su rostro.
V
El Abate Liszt está habituado a cargar él
mismo su maleta por soles y por nieves
y cuando muera un día, nadie irá a
esperarlo a la estación.
La tibia brisa de un coñac excelente lo
conduce a la tarea.
Siempre tiene tarea.
¡Dos mil cartas al año!
El escolar que escribe cien veces el palote,
antes de que le permitan volver a casa.
La góndola cargada pesadamente de vida;
es sencilla y negra.
VI
De regreso en 1990.
Soñé que conducía doscientos quilómetros en vano.
Entonces, todo se agigantó. Gorriones enormes como gallinas
cantaban de modo ensordecedor.
Soñé que dibujaba teclas de piano
en la mesa de cocina. Tocaba sordamente
en ellas.
VI
De regreso en 1990.
Soñé que conducía doscientos quilómetros en vano.
Entonces, todo se agigantó. Gorriones enormes como gallinas
cantaban de modo ensordecedor.
Soñé que dibujaba teclas de piano
en la mesa de cocina. Tocaba sordamente en ellas.
Los vecinos acudían a escuchar.
VII
El clavicordio que calló durante todo
Persifal (aunque estaba escuchando) puede
al fin decir algo.
Suspiros... sospiri...
Mientras Liszt toca, esta noche, mantiene
apretado el pedal marino
para que la fuerza verde del mar suba a
través del piso y se una a todas las piedras
del edificio.
¡Buenas tardes, bello abismo!
La góndola cargada pesadamente de vida;
es sencilla y negra.
VIII
Soñé que llegaba tarde el primer día de clases.
Todos en el salón llevaban máscaras blancas
sobre el rostro.
Imposible decir quién era el maestro.
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